Crisis económica y cerveza para todos
Deja un comentario29 de abril de 2013 por difundimos
25/09/2008
El año 1933 empezó sin esperanzas para los estadounidenses. Una cuarta parte de todos los trabajadores no tenían trabajo. A pesar de la excelente producción agrícola, la gente se moría de hambre. Una nueva crisis económica afectaba el sistema bancario, todavía debilitado tras el fatídico crack del ’29.
Sin embargo, el demócrata Franklin D. Roosevelt se convirtió en Presidente en marzo, y pronunció un discurso inaugural que alentó a millones de personas. “Lo único que debemos temer es el propio temor”, alertó. Señalando que “los financistas habían huido de sus altos puestos del templo de la civilización”, advirtió al Poder Legislativo que, si no conseguía obtener sus peticiones de recursos, él pediría poder, “tanto poder como el que me darían si fuéramos atacados por un enemigo extranjero”, dijo. Y prometió: “¡Acción, acción ya!”
Y, efectivamente, Roosevelt cumplió su promesa en los primeros meses de su mandato, que llegaron a ser conocidos como los Cien Días, con una cantidad sin precedentes de leyes y órdenes ejecutivas.
Lo primero que hizo fue convocar a una semana de “vacaciones para los bancos” para evitar el retiro de fondos debido a un nuevo estado de pánico y el acaparamiento de oro (medida que algunos presidentes menos preparados tomarían erróneamente como solución a cualquier problema). En el caso de Roosevelt, la maniobra funcionó bien. Cuando los bancos, ya solventes, volvieron a abrir, los depósitos aumentaron. Se había restaurado la confianza.
Pero mientras se llevaban a cabo las medidas económicas, el Presidente aprovechó una sesión extraordinaria del Congreso para aprobar una serie de leyes y reformas sociales.
En el marco de estas medidas, Roosevelt, que como Poder Ejecutivo no tenía derecho legal a modificar las enmiendas a la Constitución Nacional, utilizó un decreto (Enmienda XXI) para dar por acabada la prohibición de las bebidas alcohólicas, la famosa Ley Seca (Enmienda XVIII) que regía en los Estados Unidos desde 1919.
La Ley Seca, que prohibía la producción y comercialización del las bebidas alcohólicas, no había traído más que problemas para la sociedad norteamericana. Como siempre sucede con todo tipo de privación comercial, el mercado negro y la mafia no tardaron en instalarse durante los años de censura. La criminalidad y las operaciones al margen de la ley, pronto fueron la escapatoria de muchos estadounidenses durante los años ‘20.
Si bien existían razones más que suficientes para terminar con la Ley Seca, Roosevelt le agregó una nueva. Ante el descontento general provocado por la crisis socioeconómica, el desempleo, la pobreza, y el derrumbamiento liberal, la liberación de las bebidas alcohólicas fue ideada como una panacea social. Al tiempo que se reforzaba la economía a través de la comercialización legal del alcohol, se buscaba así levantar la moral del pueblo estadounidense.
A lo largo de la historia nos encontramos a menudo con búsquedas espirituales de la sociedad ante los problemas que la amenazan. Desde refugios religiosos, hasta grandes movimientos ideológicos, las escapatorias de las crisis sociales han sido numerosas. Los resultados de permitir la circulación de bebidas alcohólicas seguramente son difíciles de conocer a través de los datos y la información histórica económica. Sin embargo, la actualidad da cuenta de un pronto recuperación estadounidense, y de su posterior transformación en la primera potencia mundial del imperialismo. En este caso imposible de rastrear, la relación entre las medidas y los resultados permanecerá siendo un misterio.
>> extraído de: http://revistea.com/historia/crisis-economica-y-cerveza-para-todos/